Sinfonía del Adiós Haydn
Joseph Haydn
era el compositor de la corte del príncipe Esterházy.
Al morir el príncipe en 1762 su hermano Nikolaus, heredero del principado, mantuvo la orquesta con Haydn a su servicio. A este nuevo príncipe le gustaba pasar largas temporadas en Eszterháza, donde la familia tenía un
palacete.
Todas
las personas al servicio del príncipe (músicos incluidos) debían ir sin
compañía alguna; las familias y amistades de todos debían permanecer en
Eisenstadt.
Buena
parte de la servidumbre, cansados de las largas temporadas sin su familia, le
pidieron ayuda a Haydn , para
que intercediera por ellos y hablara con el príncipe.
La
respuesta del músico fue componer una sinfonía que a su vez sirviera de mensaje
y mostrará la inconformidad de todos.
Para
ello compuso una sinfonía en la que los músicos no terminan de tocar todos a la
vez, como era lo normal en las codas típicas del Clasicismo....sino que irían
terminando poco a poco. Los músicos de la orquesta recibieron instrucciones del
maestro: cuando un músico terminara su parte, en lugar de aguardar en su sitio
a que terminaran los demás, debía levantarse silenciosa y respetuosamente,
recoger su partitura y abandonar la sala…
En
la interpretación original, los músicos apagaron uno a uno las respectivas
velas de sus atriles en el último movimiento de la obra, se levantaron y se
fueron. Al final sólo quedaron dos violinistas, el maestro de conciertos Luigi Tomasini y el propio Haydn.
El príncipe entendió el mensaje
y la corte volvió a Eisenstadt al
día siguiente.
La
sinfonía de los adioses es una curiosa reivindicación laboral hecha con música.
La
historia cuenta que cuando se iban ya los últimos dos violines dijo el príncipe:
“Bueno, si todos se van, igual
nosotros también deberíamos irnos”. Y al día siguiente partieron para Viena.
Este
es el cuarto movimiento de la obra que nos ocupa, dirigida
por Barenboïm en el Concierto de Año
Nuevo de 2009, año que estuvo dedicado a J. Haydn:
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